En mayo de 2020 Montse Castellá, cofundadora y actualmente vicepresidenta de la Coordinadora Catalana d’Entitats Budistes, ha publicado esta reflexión que nos parece oportuna recuperar aquí.
Desde la época de Descartes y Newton, nuestra percepción del mundo ha estado basada en una visión mecanicista y fragmentaria de la realidad. Hemos actuado como si pudiéramos conocer y controlar el mundo desde fuera, hemos separado el objeto del observador. Esta visión dualista y androcéntrica ha generado polos opuestos: la razón contra la intuición, el análisis contra la síntesis, el género masculino contra el género femenino, la ciencia contra la espiritualidad … Esta percepción del mundo ha dado pie a unas sociedades depredadoras basadas puramente en los intereses económicos a corto plazo que han generado tal alto grado de competitividad y consumo frenético, que nos ha llevado a una situación sin precedentes a lo largo de la historia: todos somos responsables y a la vez víctimas de la devastación de nuestro planeta. Muchas especies ya han desaparecido y todos podemos sentir, hoy más que nunca, la fragilidad de nuestra propia existencia.
Actualmente, y desde principios del siglo XX, la física de vanguardia nos muestra que la realidad está fundamentada en procesos relacionales. Esta investigación en el campo atómico y subatómico llevó a los científicos a tener que afrontar una nueva realidad más allá de cualquier expectativa. Constataron que estas totalidades -ya sean células, cuerpos, ecosistemas o incluso el planeta en sí- no son precisamente un compuesto de partes desunidas, sino que son sistemas organizados de manera dinámica e intrínsecamente equilibrados, interdependientes en cada movimiento, cada función, cada cambio de energía e información. Lo que es real ahora ya no es la materia, pura y dura, sino la conciencia, el espíritu, lo intangible. Todo este proceso impulsó un cambio de paradigmas equiparable, según algunos, a la revolución copernicana.
Hoy día sabemos, científicamente, que la realidad es holística, circular, integradora, que todos los elmentos que la integran están interrelacionados y son interdependientes; las dualidades se complementan sin perder su especificidad: el cuerpo y la mente, la ciencia y la mística, la espiritualidad y el compromiso social, las religiones teístas y las no-teístas, Oriente y Occidente y así un largo etcétera, convergencias que nos llevan a una conciencia más amplia, a una nueva manera de hacer y ser. En palabras de Einstein: «Un ser humano es parte de un todo al que llamamos ‘universo’, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Este ser humano se percibe a sí mismo separado del resto, pero esto no es sino una ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es para nosotros como una cárcel que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto sólo para los más próximos «. Y añade: «Nuestra tarea debe consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros círculos de amor y compasión hasta abarcar todos los seres vivos y toda la naturaleza en su esplendor».
Necesitamos urgentemente regar y cultivar nuestra dimensión espiritual, nuestra calidad humana, para integrar dentro de nosotros esta visión más amplia de la realidad. Se debe sentir, y no sólo saber, que todos formamos parte de un todo mayor que es la Tierra, que todos forman parte de una gran familia que es la humanidad. En este sentido, basta con que volvamos a los orígenes de las tradiciones espirituales, que abracemos el legado de sabiduría de las tradiciones más antiguas de la humanidad. Debemos ser capaces de trascender esta noción errónea de un yo autoexistente e independiente del resto, superar la visión estrecha y limitada del egocentrismo. Las tradiciones espirituales nos ponen al alcance los principios filosóficos que requiere la comprensión de esta visión no-dual, holística y integradora, como fundamentos de los paradigmas emergentes actuales. Pero no sólo en cuanto al conocimiento intelectual, sino que transmiten también las vivencias de mujeres y hombres que se han adentrado en el camino del autoconocimiento y que nos pueden servir de referentes y de inspiración a lo largo de nuestro propio camino.